Mis colecciones de joyería de diseño 4: CALDER

CALDER. Inspiración. Cómo diseñar joyas atendiendo a tus emociones, no a sus calendarios

Lanzamiento: 2019

Cuando lancé la colección de joyería cerámica CALDER en octubre de 2019, llevaba dos años sin presentar ninguna colección nueva, desde el lanzamiento de ATARAXIA en 2017.

A la hora de diseñar joyas, yo no sigo tendencias, ni me ajusto a unos tiempos marcados, ni me siento en la obligación de presentar dos colecciones al año, ¡qué agobio!

A mí me pasa que mi vida de artista está totalmente ligada a mi vida personal y es un hecho que no puedo obviar. Esto condiciona mi proceso creativo y creo que es lo que hace que mis joyas de diseño sean puramente artesanales: no solo las hago con mis manos, sino también con mis emociones.

Mi madre y yo.

De 2016 a 2019 fueron años complicados en mi vida personal. En el post de ATARAXIA ya te conté el largo ingreso hospitalario de mi madre provocado por un grave empeoramiento en su estado de salud.

Lo siguiente fue una «recuperación» que realmente nunca sucedió. Fue más bien una «supervivencia», porque ella era luchadora y perseverante.

Tanto tiempo en el hospital afectó drásticamente a su movilidad; necesitaba mucha más ayuda para todo, por lo que tuvimos que llevarla a una residencia. Aceptar esto fue la primera de mis dificultades; se mezclaba el saber que era lo mejor para ella con el dolor de sentir que la dejaba abandonada.

Al principio todo fue bien, pero después, su ánimo empezó a decaer; se veía limitada, no podía leer ni escribir, las dos cosas que más le gustaban. En mi familia estábamos acostumbrados a una mujer fuerte que llevaba más de veinticinco años aceptando su enfermedad, pero en esos momentos, mi madre se vino muy muy abajo, estaba en pleno proceso de aceptación de su nuevo estado.

Su enfermedad degenerativa había evolucionado. Su vida transcurría entre la consciencia y la inconsciencia. Por momentos se quedaba abstraída, sin interactuar, en una especie de «crisis de ausencia». Este estado, a veces, coincidía con mis visitas y yo tan solo me quedaba abrazada a ella dándole amor. Verla así me partía el corazón, sentía mucha impotencia al ver que, realmente, no podía hacer nada, tan solo asumir la situación.

En febrero de 2018 la cambiamos de residencia, lo que le vino muy bien. Mi madre volvió a darnos una lección: o peleas contra la vida que te toca y te agotas o aceptas y disfrutas la que tienes. Obviamente, ella eligió la segunda opción. Su ánimo volvió a ser el de siempre, aun con los dolores y las dificultades de su enfermedad, que seguía evolucionando. Cada vez que iba a verla me recibía con una sonrisa. Los días de lucidez me contaba batallitas familiares y celebrábamos el momento de la cena como si fuera una fiesta; la comida en esta residencia era fantástica. Verla así me ayudaba a llevar mejor la situación.

En octubre, cuando todo parecía estable, hubo que volver a ingresarla por una infección; llevaba, además, dos días sin apenas interactuar. En el hospital descubrieron que, además de la infección, tenía un derrame intracraneal inoperable. No había ninguna solución, salvo esperar a que su cuerpo dijera «ya». Vuelta otra vez a ese estado en el que pones el piloto automático porque sabes que entrar en pánico no es el camino. Fui al hospital cada día a cogerle la mano, a decirle que estaba todo bien, que ya lo había hecho todo y que se podía marchar tranquila. Tras un mes en estado comatoso, su corazón se paró el 7 de noviembre de 2018.

La muerte de mi madre fue dolorosa y liberadora a partes iguales. He sido consciente de su enfermedad desde que tenía once años, cuando presencié su primer derrame cerebral. Después vinieron muchos ingresos hospitalarios, pastillas, crisis epilépticas, cuidadoras internas y externas, transición del bastón al andador y hasta dos tipos de silla de ruedas, médicos, fisioterapeutas, psicólogas, enfermeras, consultas médicas, desplazamientos, duchas, desayunos, comidas y cenas.

Acompañar a mi madre en este largo proceso ha sido todo un aprendizaje. Podría haberme apartado, pero no, decidí quedarme junto a ella, a veces más fuerte y otras más débil.

La muerte de mi madre supuso una liberación emocional, aunque suene fuerte, porque ya solo tenía que ocuparme de mí a tiempo completo. Durante sus últimos doce años me había ocupado mucho de su vida y un poco de la mía.

Liberar la inspiración y empezar a diseñar joyas de cerámica.

Durante todo ese tiempo, no fui capaz de diseñar y crear; no era mi momento. Pero todo fluyó tras la muerte de mi madre; me liberé de la carga, atravesé el duelo y lloré durante días (todavía lloro de vez en cuando). Y por fin, tras dos años, saqué nueva colección de joyería con porcelana.

Para mí, la frase no es «¡Tengo que sacar dos colecciones de joyería contemporánea este año!», sino: «Voy a escucharme para saber qué es lo que quiero hacer, voy a meditar, voy a escribir un rato a ver qué sale, voy a pensar con qué quiero trabajar, voy a mirar imágenes a ver qué me inspira…».

Y eso hice. Meses después, me senté y escribí palabras que definían mi estado de ánimo: libertad, movimiento, color. Pensé con qué materiales me apetecía trabajar: porcelana, con las mismas formas y esmaltes que me caracterizan, y latón, pero más trabajado que otras veces.

Hice varios bocetos en papel y enseguida me puse a hacer prototipos hasta que llegué al diseño definitivo.

«Las colecciones tienen que salir cuando les llega su momento, no cuando lo marque el calendario de la industria que nada tiene que ver con tu calendario interior».

Crear joyas de diseño con Alexander Calder en el subconsciente

Cuando iba dando forma a los pendientes de cerámica, me di cuenta de que, por su diseño y por el movimiento que tenían, se parecían a los móviles de Alexander Calder.

Busqué información sobre el artista y puse fotos de su obra por el taller mientras trabajaba en los prototipos; tener referencias visuales ayuda bastante cuando te atascas con un diseño.

Para los collares, brazaletes y pendientes artesanales CALDER utilicé los colores primarios que utilizaba el propio artista en sus esculturas: amarillo, rojo y azul y también blanco y negro. Y para ajustarme a los gustos de mis clientas, añadí el verde a la gama. «Si no puedes imaginar algo, tampoco lo puedes crear, pero todo lo que puedas imaginar es real». Alexander Calder.

Indagar en las emociones para diseñar joyería con porcelana

En mi faceta de diseñadora, ceramista y artesana, pienso que si no estás alineada con tus sentimientos, las ideas no salen, no brotan. No creo que tenga que forzar la creación de mis joyas de diseño. Lo mejor es esforzarse en canalizar los sentimientos para que se conviertan en colecciones de joyería artesanal.

En cuanto a mi vida personal, estoy convencida de que siempre hay una luz al final del túnel y creo que solo hay que atravesarlo de manera consciente para aprender también de los momentos dolorosos.

«Libertad, movimiento, color, renacer… todo esto es CALDER, mi colección de joyería de diseño elaborada de forma artesanal en porcelana».

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