A día de hoy tengo mi propio taller artesano, vendo mis colecciones de joyería cerámica online y en tiendas físicas de todo el país, imparto cursos de cerámica que gustan y enganchan y sobre todo, soy la ceramista que siempre he querido ser, aunque me llevase tiempo descubrir mi vocación.
Cómo me enamoré de la cerámica artesanal
Qué vergüenza me daba que me vieran dibujar cuando era pequeña. Por aquel entonces ya me gustaba el arte, pero no fue fácil descubrir de qué manera podría formar parte de mi vida.
No entré en Historia del Arte. No entré en Restauración de Bienes Culturales ni en Bellas Artes, no una, sino dos veces. Y así, entre fracasos y clases de preparación, fui encaminándome hacia la pintura primero y hasta la cerámica después.
«Si algo te gusta, persevera. Cada fracaso es una nueva oportunidad para seguir buscando lo que realmente quieres.»
El punto de inflexión en mis estudios, tras años en academias de pintura, fue entrar en el año 2001 en el Ciclo de Grado Superior de Artes Aplicadas al Muro . Yo lo veía como un trámite más para acceder a Bellas Artes pero acabó siendo el camino hacia mi vocación.
Asignatura a asignatura fui creyendo en mi creatividad. La de «Revestimientos Cerámicos» fue la que lo cambió todo. Recuerdo el primer contacto con el barro, los óxidos, los engobes… luego cargar el horno, hacer cocciones, esmaltar, volver a cocer… y sacar finalmente las piezas, totalmente diferentes a lo que eran, nuevas, cada una única… y hechas por mí.
«No esperaba lo que me pasó tras mi primer contacto con el barro; como cuando te enamoras sin tenerlo planeado, cuando simplemente surge ese algo y te dejas llevar.»
Por fin me sentía en mi elemento . Acabé el ciclo con muy buenas notas y mi proyecto final fue un mural de casi 4 metros.
Ya sé lo que me gusta, ahora, a seguir aprendiendo
Me olvidé de Bellas Artes y me fui a Barcelona a estudiar Cerámica Artística. De la mano de Teresa Gironés aprendí sobre los esmaltes de bórax, los rojos de cromo, la construcción de planchas y churro, la decoración con engobes y esmaltes… Allí hice mis primeros moldes de colada.
De vuelta en Madrid entré en la Escuela de Cerámica Francisco Alcántara , donde terminé Cerámica Artística con Antonio San Juan, que me guió por el camino de la creatividad sin mapa, donde aprendí y trabajé sobre todo escultura cerámica. Durante ese año empecé mis andanzas con la joyería con cerámica, pero esto te lo cuento en otro post.
En la misma escuela hice un Ciclo de Alfarería en el que conocí la magia del torno. Y fue en la última semana del curso, cuando toqué por primera vez el que es hoy mi material principal de trabajo: la porcelana.
«Cuando empiezas ya no puedes parar; esto lo decimos todos los que nos iniciamos en la cerámica, y es que es así.»
Formación continua y constante para seguir creciendo como ceramista
Cuando monté mi primer taller, decidí seguir aprendiendo en cursos no oficiales pero muy nutritivos y sobradamente válidos. Cursos intensivos recomendables como los de la Escuela de Ramón Fort, donde asistí al de Joyería Aplicada a la Cerámica impartido por Nuria Soley; los de La Bisbal; los que imparte Avelino en Madrigal de la Vera o los de la gran ceramista Ana Felipe Royo en su taller cerca de Zaragoza. El más reciente lo he hecho con Marta Armada , hace solo unos meses, en el taller de Rafaela Pareja.
Quiero dar las Gracias a los profesores que corrigieron mis exámenes de selectividad y las pruebas de acceso a Restauración y Bellas Artes: gracias por aquellos suspensos, gracias por no darme ese apto tan deseado, gracias por no dejarme entrar en vuestras escuelas. Sin vuestros suspensos, creo que nunca me hubiera cruzado con la cerámica artesanal y quizá, no sería la ceramista diseñadora de joyas de porcelana que soy hoy.
«La formación en cerámica debe ser continua. Yo cada año hago cursos nuevos que me aportan nuevos conocimientos, ya que en el mundo de la cerámica siempre hay algo nuevo que aprender.»